El verdadero paso al frente en la crisis del Covid-19, por André Moitinho de Almeida Rodriguez.
España es uno de los países más golpeados por esta crisis, en gran medida se ha debido a la gestión ineficiente, tardía y arbitraria por parte del gobierno, pero el impacto humanitario de esta crisis hubiera sido mucho peor si no fuera por la actuación de la sociedad civil, asociaciones y empresas de España. En esta crisis hemos visto cómo mientras la administración pública perdía el control de la situación, paralizada y confundida, han sido los ciudadanos quienes han dado un paso al frente y han actuado para encontrar soluciones. Empresas que han realizado un gran esfuerzo en mantener sus costes de personal, ya que a estos se les impedía trabajar, y otros grandes esfuerzos para adaptar la estructura productiva y logística para proveer de material sanitario a los hospitales. Recordamos como Inditex llenó un Boeing 747 con más de un millón y medio de mascarillas y setenta y cinco mil trajes de protección, en un momento de absoluto caos y escasez de medios. Pero el de Inditex no es el único caso, encontramos multitud de ejemplos como SEAT, El Corte Inglés, Iberia, incluso empresas de bebidas alcohólicas empezaron a fabricar alcohol sanitario. También nos encontramos con propuestas ciudadanas, como campañas de crowdfunding para destinar fondos a distintas instituciones con labores humanitarias, y colaboraciones entre asociaciones como Cruz Roja y Students For Liberty España, que lanzaron una campaña de financiación para garantizar las medidas de higiene y la eficacia del lado más humanitario de esta crisis, que ha supuesto una tragedia para miles de familias y la ruina económica de otras muchas. La sociedad civil ha sido el auténtico contingente del virus, hemos visto casos de ciudadanos con impresoras 3D domésticas que lograban imprimir respiradores para donarlos a los hospitales, y miles de casos de gente que se ha dedicado a confeccionar mascarillas para sus vecinos o hacerle la compra a personas especialmente vulnerables.
Esta cara bonita de la historia contrasta radicalmente con el lamentable y decepcionante papel que ha tomado el gobierno en la gestión de la crisis, al que parecía que lo único que le importaba realmente era la opinión de los medios, a los cuales ha tratado comprar de múltiples formas, y que ha intentado desvincularse del desastre sanitario en vez de tomar medidas y asumir responsabilidades. La situación ha sido esperpéntica: incautación de material sanitario de la sanidad privada, impedimentos de todo tipo para la adquisición de material por las CCAA, compra de material falso a proveedores no oficiales, desprotección absoluta de los trabajadores sanitarios... realmente lo único en lo que se le puede reconocer mérito a la actuación del gobierno es en su campaña de desinformación, que ha logrado frenar notablemente el deterioro de su imagen; si algo se les da bien, es precísamente la política.
En el contexto actual, España se encuentra devastada, tanto a nivel humanitario, como económico y sanitario. La manipulación de una clase política corrupta, narcisista e irresponsable, pero extremadamente hábil no es solo un problema conocido, sino que es un problema casi intratable. Solo una concienciación y un debate sobre la utilidad de la administración pública y de la clase política podrían provocar cambios por puro acto reflejo, un cambio en el seno de la sociedad civil que nos preguntamos si, ahora sí, estará despertando.