Mundo rural, Dios y anarquía, por Alberto Rodríguez Cabrerizo
julio 20, 2020 at 5:39 ,
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El escrito que desarrollo a continuación, es un pequeño ensayo dirigido a la demostración de
por qué una anarquía capitalista, tradicional y desarrollada en el entorno rural es a mi parecer la
mejor forma de organizar la sociedad ante la ausencia de Estado u cualquier otro ente de poder.
Esta opinión nace de la influencia de ciertos intelectuales del ámbito paleolibertario y
anarcotradicionalista, reflexiones propias y síntesis de los dos anteriores. Puntualizar también que
no es un ensayo sobre como organizar una sociedad anarquica en su totalidad, sino que partiendo de
un supuesto anárquico (a parecer de cada cuál) exponer por qué el modelo paleo, rural y católico es,
para mí, la mejor forma de organizarse, mantenerse y desarrollarse, tanto a nivel individual como
colectivo.
Antes de empezar ruego al lector que cambie el chip y se ponga el chip anarquista para la
mejor visión y entendimiento de los conceptos económicos, sociales y religiosos desarrollados a
continuación.
Definamos cuál va a ser la sociedad a la que nos vamos a referir para consumar la base del
ensayo y el consiguiente desarrollo.
Entendamos sociedad rural una agrupación de individuos que oscile de forma aproximada
entre los 100 y 10.000 habitantes. Aparte, esta ha de tener una serie de características como trabajo
relacionado con el entorno medioambiental, cercanía de los individuos y relación entre los mismos
y capacidad de la comunidad de exportar e importar mano de obra, manufacturas, materias primas y
servicios en la propia comunidad.
El tener trabajo ligado al medioambiente de la zona es fundamental por varios motivos como
son el hecho de que los terrenos privatizados tengan propietarios (colectivos o individuales) que
gestionen la explotación, mantenimiento y demás características económicas y medioambientales.
Todo esto, bajo las propias características económicas capitalistas llevarían a una optimización del
proceso en ambos campos creando una riqueza no ya individual sino intrínseca a la delimitación del
municipio y consecuentemente a sus habitantes. Podríamos pensar que la situación diese a un
oligopolio o incluso a un monopolio de las fincas a explotar. Si analizamos la costumbre ( a nivel
jurídico) y la interacción de diversos agentes económicos y sus respectivas actividades nos
encontramos primero con una solución legal e histórica y en segundo lugar una solución económica
procedente de la fragmentación del poder sin que ninguno de sus miembros tenga un peso notable y
que aparte por la propia naturaleza de las actividades desarrolladas, el mutuo entendimiento se
vuelve prácticamente obligatorio. De lo anterior, surgiría una red de cooperación socio-económica y
científica (ámbito ligado al estudio de la naturaleza) que se traduciría en una optimización de los
recursos naturales, mejora de la biodiversidad, medioambiente y un impulso a la iniciativa privada
en busca de nuevos recursos o formas de optimizar la explotación y uso de los mismos.
La cercanía entre individuos y la relación entre los mismos vendría por tres vertientes:
económica, social y religiosa.
A nivel económico la existencia de comercios locales, las actividades anteriormente
mencionadas y el intercambio comercial llevaría a una red de interacciones que por su propia
naturaleza llevaría a los individuos a relacionarse, conocerse y cooperar entre ellos.
A nivel social la estancia en estos comercios, la realización de la actividad económica, la
familia y criterios comunes crearían lazos sociales entre los mismos rehusando la atomización y
aislamiento de los mismos.
Cuanto hablamos de libertad e individuo, entendemos libertad la de cada cuál para su
proyecto de vida siendo este consecuente de sus actos y consecuencias. Siendo obvio, la no
intromisión en la propiedad o vida de terceros en perjuicio de estos. En cuanto al individuo, no lo
entendemos en una forma atomista, sino que, de una forma más libertaria y tradicional, solo se es
individuo con su exclusividad y características en la comunidad a la que se pertenece, es donde se
nos conoce por nuestras características y somos parte presente de algo, en este caso la comunidad.
A nivel religioso aparece quizás la unión más fuerte, ya que aparece el concepto de
parroquia donde unos fieles comparten una moral, palabras, reflexiones, festividades, emociones y
principios que no solo crea un sentimiento de pertenencia a una comunidad, sino también, una
moral común que dará a unas pautas de comportamiento más o menos homogéneas y a una claridad
en cuanto a juicios morales se refiere (en el sentido que le daba Stuart Mill). Además los rituales
religiosos a su vez, fomentan la unión de estos y el sentir común de ver al prójimo de forma más
cercana pudiendo llegar a establecer lazos afectivos incluso que son la mejor forma de garantizar
una caridad efectiva, espontánea y totalmente altruista a la hora de ayudar a ciertos individuos que
pudieran verse en situaciones complicadas de forma temporal.
La moral procedente de la doctrina católica emanada de la interpretación de los diez
mandamientos, pecados capitales y paradojas bíblicas constituirían una oportunidad de virtuosismo
y a la vez un faro moral para que individuos libres actúen consecuentes a estos pecados y al
conocimiento de que su salvación será individual. Estableciendo así, unos límites espontáneos y
divinos que garantizarían un orden y garantía hacia la propiedad privada y la vida.
Hasta ahora, el escueto análisis ha sido a nivel socio-económico y religioso. En este
apartado vamos a desarrollar la parte propia de la visión paleolibertaria. Intentaré destacar, los que a
mi juicio y entendimiento, son los elementos principales, para huir de una excesiva extensión que
podría ser objeto interesante de otro estudio, no siendo este el caso.
La primera institución a destacar es la familia. La familia, es un pilar fundamental a nivel
social, económico, religioso y sobre todo una figura de contrapeso enorme al Estado. Esta tiene la
misión de cuidar, unir y facilitar el desarrollo de los individuos de cara al futuro. A nivel más
general, la familia surge como un elemento de protección mutua entre dos personas ante distintos
aspectos de la vida y también como un entorno idóneo para la crianza de los hijos. A nivel
tradicional la familia siempre ha sido fundamental y gracias a ella la humanidad ha avanzado en
gran modo a lo largo de la historia. La crianza, la seguridad altruista de vida para cuidar de los
familiares desvalidos, la unión económica en busca de un futuro mejor, la transmisión de valores
morales, experiencias empíricas y conocimientos han sido su principal función y siempre llevadas a
cabo de forma única e inimitable para otras figuras sociales. De hecho, el Estado moderno ha tenido
el afán de nacionalizar estas tareas en busca de la disolución de la familia para romper la unión
entre los individuos, transmisión de la moral y sobre todo tener a individuos desvalidos
dependientes del Estado para legitimar su demoníaca existencia.
La segunda institución es la Iglesia. Entendiendo a esta no como al Estado vaticano, sino
como la parroquia, fieles, pastores, Dios y la interacción de las mismas. La Iglesia deja clara la
existencia de pecado y virtuosismo constituyendo una moral, en el caso de la católica libertadora y
contraria a la fuerza y dogmatismos (véanse los fariseos) que en el caso del Estado vulnera. Siendo
el pecado más notable del Estado el pecado original aparte del uso de la fuerza para la imposición
de ciertos criterios y valores asociados a sus fines y disolución de la esencia del individuo y
cooperación de los mismos en pro de monopolizar el poder de los mismos.
La tercera y última institución más notable serían las asociaciones de individuos.
Entendamos dentro de esta definición a las mutuas, cooperativas de ahorro y sindicatos. Siendo
estos elementos entes que tras una cooperación social buscan proteger y obtener un fin individual de
forma colectiva a través de la cooperación y adaptándose a la situación de cada uno de ellos. Una
vez más aparece la nacionalización y regulación de los mismos por parte del Estado ya que estos
son elementos de mercado que siempre han sido de contrapeso al poder y que desde la aparición del
Estado moderno han perdido presencia y poder por la presión estatal, regulación y nacionalización
de los mismos.
En cuanto a los valores paleolibertarios voy a coger aquellos fundamentales y que más
transcendencia tienen con el resto de elementos ya mencionados y que constituyen también un
elemento distintivo.
El valor esencial, inherente a la esencia humana en libertad, es el trabajo. El trabajo duro y
todo lo que conlleva como son responsabilidad, esfuerzo, compromiso, estoicismo, superación...
sirven para establecer unos pilares bastantes firmes en contra de valores hedonistas o en contra de
vicios contraproducentes al desarrollo del individuo. El trabajo apuesta en pro de una reducción
presente del nivel de vida traducida en un bienestar futuro que no solo beneficia a nivel individual y
familiar, sino que aporta un capital a la sociedad para llevar a cabo proyectos que constituyen un
elemento fundamental de desarrollo y mejora de la sociedad. Esto que acabo de mencionar es el
ahorro y la inversión procedentes de la remuneración del trabajo y que sin el trabajo de los mismos
no llegan a constituir ese trinomio de desarrollo y mejora a largo plazo de la sociedad.
Toda esta cultura del trabajo y régimen económico capitalista, anti keynesiano y anti
consumista por ende darían a una cultura financiera generalizada que también vendría apoyada por
principios religiosos como el pecado de la avaricia, gula o pereza. La acumulación avara de capital
sin inversión del mismo (multiplicar los panes y los peces) no da beneficio alguno al prójimo, la
inversión de este sí. La gula nos incita a evitar el consumo excesivo en pro del ahorro y la pereza
nos insta a trabajar duro. Si cogemos todo lo mencionado en conjunto nos aparece un individuo y
sociedad donde los vicios (drogas, prostitución, juego...) aparte de mal vistos moralmente, no
tendrían notoria cabida por el hecho de ser contraproducentes a los principios anteriormente
mencionados y no despertar gran atención.
Otro valor y en relación a la temática del ensayo es la agricultura, ligada a los valores del
trabajo y los socio-económicos. Quizás la interpretación tradicionalista de este factor sería el hecho
de que el cuidar la tierra, la propiedad, el entorno en el que vives y disfrutar de los frutos de tu
trabajo incentivan a que mediante la familia las generaciones venideras hereden la cultura del
trabajo y el sentimiento de comunidad del paraje al que pertenecen.
Como conclusión final, la naturaleza, la creación divina, el orden espontáneo de las mismas,
la religión y principios católicos, la cultura del trabajo, la repulsión del hedonismo y una moral en
cierto modo común entre los individuos establece una red de cooperación socio-económica,
intelectual y un orden que favorece y establece un sentido generalizado hacia el desarrollo y
progreso de la libertad individual y sus aportaciones a la sociedad.
El individuo que predique estos principios no caerá en el pecado original, admitirá la figura
de un ser superior (Dios) y por ende no entorpecerá y regulará la vida del prójimo ni usará la fuerza
sobre el mismo para ello.
Para puntualizar, quiero dejar claro que la sociedad rural posee estas características, para mí
idóneas, que en otro tipo de sociedades no se dan o no de la misma forma y por lo tanto se alejan
del orden que constituye esta. Las tradiciones y el mundo rural han sido, son y serán parte de la
costumbre y esencia de muchos individuos, solo su cultivo, predicación y realización nos salvan de
perder parte de nuestra esencia y libertad.