Crisis de legitimidad: El deterioro de las instituciones, por Laura López Paz
Es sobradamente conocido como las injerencias del Estado en nuestras vidas son permanentes y constantes pero el problema radica cuando, al individuo, en lugar de dotarle de responsabilidad individual, se le dota de infantislismo, sobreprotección e injerencia externa.
La complejidad de la situación económica, social y política generada debido a la pandemia del Covid-19 ha cuestionado la fortaleza de nuestro sistema sanitario, nuestro sistema económico y nuestro sistema institucional, pero, en menor o mayor medida, también ha cuestionado la fortaleza de la responsabilidad individual que siempre (y ahora más que nunca) todos los individuos deberíamos de mostrar.
Con miedo a los rebrotes y a los repuntes, con temor a otro colapso sanitario, con pánico a un nuevo Estado de Alarma y con pavor hacia un nuevo desplome económico (del que tardaremos años en salir adelante), España y todos y cada una de las personas que lo habitan, deberíamos de dar un paso hacia adelante en la conciencia colectiva, la empatía social y la responsabilidad individual a la hora de evitar cometer toda clase de actos que puedan llegar a perjudicar la salud pública.
Los días se suceden, el cansancio del personal sanitario es evidente, la crispación política es palpable y la radicalización ciudadana es una realidad. Hoy más que nunca debemos de apostar por aquellas propuestas y medidas políticas ejemplares que reivindiquen el buen gobierno, la transparencia, la diginificación de la política, el sentido de Estado, la colaboración ciudadana, la cooperación público-privada, la capacidad de gestión, la facilidad de organización, la eficiencia estatal y el desarrollo del trabajo autónomo y conjunto en el ámbito municipal, autonómico, nacional e internacional.
Según Juan José Linz, hay elementos como la socialización política mediante la familia y la educación, los Medios de Comunicación, la tradición, el carisma personal de los líderes, la eficacia y la efectividad o la identificación con el Estado o la nación que son propios de la legitimidad de los Estados Democráticos.
La legitimidad es un elemento fundamental del Estado que hace posible que los gobernantes tengan el derecho a mandar y a ejercer su autoridad mientras que, consecuentemente, los gobernados tienen la obligación de obedecer. Cuando aceptamos la legitimidad estatal lo hacemos motivados por una creencia relacionada con los valores de equidad, la justicia o la bondad de las acciones y leyes que emanan de las autoridades gobernantes.
Durante estos meses, el Covid-19 ha provocado muertes, miedo, destrucción, dolor, daño, tristeza y debilidad entre todos los actores que forman parte del sistema internacional. El mal ha sido incalculable, apostemos ahora por el bien.
Llegó el momento. No podemos dar ni un paso atrás.